Fuente imagen: Pantallas Amigas |
Hay quien confunde el sexting con la pornovenganza pero, realmente, no es lo mismo.
En principio, no debería de pasar nada si nos hacemos una foto o un vídeo erótico y se lo enviamos a nuestr@ chic@ o amig@, o que una pareja, de mutuo acuerdo, se fotografíe o se haga una grabación con claro contenido sexual y lo comparta de forma voluntaria. Hasta aquí estamos hablando de sexting, que no deja de ser el hecho de compartir, voluntariamente y sin que exista coacción, a través del móvil u otro dispositivo tecnológico, fotos o vídeos de tipo sexual realizados voluntariamente. No pasa nada, lo hacemos porque queremos y porque nos lo pasamos bien. Pero...
A veces, las personas no son como nos creemos, nos fallan, y esa foto o ese vídeo erótico que nos hicimos voluntariamente en aquel lugar donde nadie nos veía, de repente, y sin nuestra autorización, resulta que está corriendo por las redes sociales, o que se difunde por whatsapp como la pólvora, que la gente habla de ello.... Esto ya no es tan divertido y, lo peor, es que puede ocasionar a la persona afectada graves problemas, existiendo incluso casos de suicidio. Nos estamos refiriendo a la pornovenganza o revenge porn, que tiene lugar normalmente cuando termina una relación de pareja, de modo que nuestra expareja, sin nuestro consentimiento o incluso sin que lo sepamos, publica en las redes sociales, en whatsapp.. esas fotos o vídeos de tipo sexual que nos hicimos voluntariamente en aquel lugar alejado de la mirada de terceros cuando estábamos juntos, y que afectan de modo grave a nuestra intimidad.
Además, la pornovenganza no es el único riesgo de la práctica del sexting, sino que también puede originar supuestos de sextorsión, ciberbullying..., de los que ya hablaremos en otra ocasión.
Por eso, porque “hoy te quiero mucho, pero mañana quizás no tanto”, desde Gest&Ius os recomendamos que tengáis cuidado con la práctica del sexting.